A principios del siglo XX en Viena, Sigmund Freud hizo descubrimientos revolucionarios sobre la psique humana y sentó las bases de una nueva disciplina: la psicología profunda.
Se rodeó de un grupo de brillantes seguidores, algunos de los cuales se apartaron de sus ideas originales y desafiaron seriamente algunos supuestos básicos de sus enseñanzas. Algunos de estos — Otto Rank, Alfred Adler, C. G. Jung, Melanie Klein, Wilhelm Reich, y otros — crearon sus propias escuelas.
Hoy en día, el campo de la psicología profunda contiene una pluralidad desconcertante de escuelas que difieren seriamente en cuestiones fundamentales: cuáles son las fuerzas motivadoras más importantes de la psique, por qué aparecen los síntomas y qué significan, y qué técnicas deben utilizarse al trabajar con los clientes.
Un enfoque que combina la investigación de estados de conciencia holotrópicos con la astrología arquetípica proporciona perspectivas inesperadas sobre esta situación.
En este módulo, discutiremos cómo la evidencia de la terapia psicodélica y los estados holotrópicos arroja nueva luz sobre los principios básicos que subyacen a cada una de las diversas escuelas, afirmando algunos y recontextualizando otros dentro de un marco de referencia más amplio.
También discutiremos cómo el diseño general de estas escuelas, su enfoque en un cierto nivel del inconsciente y, a veces, detalles específicos de sus teorías reflejan de cerca los aspectos planetarios en las cartas astrológicas de sus fundadores, así como los tránsitos que tuvieron en el momento en que formularon sus teorías.
Además, discutiremos cómo la ocurrencia generalizada de síntomas y síndromes psiquiátricos específicos refleja los tránsitos colectivos de la era, así como los tránsitos personales de los pacientes, lo que arroja luz sobre la razón por la cual el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) sigue teniendo que ser revisado radicalmente.
C. G. Jung acuñó el término sincronicidad como un nombre para las coincidencias en las que dos o más eventos independientes que no tienen una conexión causal aparente, sin embargo, forman un patrón significativo.
En ocasiones, tal estructuración puede parecer tan extraordinaria que es difícil creer que la coincidencia haya sido producida solo por casualidad.
Los eventos dan la impresión distintiva de haber sido precisamente arreglados, orquestados de manera invisible.
En nuestra era posmoderna, cuando todos los viejos metarrelatos son cuestionados, la conciencia de las sincronicidades se ha convertido para muchas personas alertas en una fuente crucial de orientación y nutrición espiritual.
Sin embargo, las sincronicidades son tanto dones como desafíos. Pueden sentirse como actos de gracia o los sutiles patrones de un artista cósmico, pero también pueden sugerir un escurridizo embaucador que exige un discernimiento cuidadoso tanto externo como interno.
Parece haber etapas que los individuos atraviesan en su reconocimiento cada vez más profundo de la dimensión sincrónica de la vida.
Las sincronicidades pueden compensar la unilateralidad de la conciencia egoica y mover la psique individual hacia la integridad. También tienen, como todas las cosas, un lado oscuro.
Más profundamente, pueden darnos intimaciones de lo numinoso. Su ocurrencia puede tener un efecto curativo psicológico, así como un poder de cambio de paradigma intelectual.
Y en el caso de las correlaciones astrológicas, pueden proporcionar un contexto y una base cósmica para entender la naturaleza del universo en el que vivimos y el lugar de los seres humanos dentro de él.